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Cuando poner frío o calor en una lesión

El frío y el calor representan una de las terapias más comunes y utilizadas para aliviar las molestias y el dolor en músculos y articulaciones, de hecho es una de las técnicas más antiguas y simples, pero también de las más efectivas.

Aplicación del frío o crioterapia

El frío se recomienda en caso de que haya inflamación o una lesión producida por golpes o distensiones tanto musculares como articulares, allí las compresas frías son ideales durante las primeras 48 horas, por ejemplo, después de caídas, golpes, esguinces, tirones musculares, sobrecargas, fracturas, luxaciones y tendinitis.

Esto se debe a que el frío tiene la capacidad de provocar la contracción de los vasos sanguíneos, es decir, la vasoconstricción, esto reduce el flujo sanguíneo que llega hasta el área de la lesión y de esta manera puede controlar y disminuir la inflamación, alivia el dolor y reduce el daño en los tejidos. 

En cuanto a cómo aplicar la crioterapia o terapia con frío en una lesión, se puede utilizar las bolsas de gel que comercializan en farmacias y se enfrían en el congelador. También se puede utilizar una bolsa con cubos de hielo y bolsas pequeñas de vegetales congelados, así como paños húmedos fríos y baños de agua fría.

Asimismo, el frío se debe aplicar en líneas generales, entre 15 y 20 minutos con descansos de 10 minutos y si se trata de lesiones muy profundas se puede aplicar entre 30 y 40 minutos, es decir, el tiempo varía según las características de la lesión, su profundidad y extensión. 

Cabe destacar, el frío puede generar quemaduras en la piel, así que es clave tener algunas precauciones como proteger la piel, para ello envolver con una toalla limpia. Tampoco aplicar sobre heridas o piel que esté lesionada y menos aun si la lesión interviene con un nervio o si se tienen problemas vasculares o de circulación o si se tiene intolerancia al frío.

Aplicación del calor o termoterapia

El calor constituye una terapia excelente cuando se trata de aliviar dolor muscular y articular en los que no se presente inflamación o hinchazón en el área afectada, es decir, contracturas, dolor articular como artrosis de rodilla, lumbar y el dolor crónico, ya que tiene la capacidad de revolver la movilidad, ya que optimiza la flexibilidad y la elasticidad de los tendones y ligamentos. 

El calor hace que los vasos sanguíneos se dilaten, esto eleva el flujo de sangre, así como el oxígeno y nutrientes a los tejidos que se han dañado. Ahora bien, para aplicar el calor o termoterapia se pueden utilizar bolsas para calentar, por ejemplo con agua o frío.

También se puede utilizar paños calientes, baños calientes, sauna, hidromasaje e incluso lámparas de calor, ultrasonidos y onda corta. Igualmente es imprescindible tener ciertas precauciones, ya que con el calor también puede ocasionar inflamación y además hay que llevar extrema precaución porque implica riesgo de quemadura si se usa a una temperatura muy alta o durante demasiado tiempo. 

Es importante estar al pendiente de la piel, ver hasta qué punto se puede tolerar el calor, aunque no se recomienda utilizar más de 58 grados, además no aplicar en casos de heridas y quemaduras, tampoco si se tiene fiebre o problemas de circulación.

Aplicación alterna de frío y calor 

Esta alternativa es la que más me gusta y siempre recomiendo, el frío y calor también se pueden usar como terapia juntos, alternar las bajas y altas temperaturas también representa un remedio muy efectivo para aliviar el dolor en distintas lesiones. 

En este caso, conviene aplicar antes de ir a dormir, por ejemplo tomar una bolsa de hielo y aplicar en la zona durante 2 minutos, luego aplicar una bolsa con agua caliente o toalla húmeda y aplicarla 2 minutos más, después volver a utilizar el frío durante 2 minutos más y terminar con el calor, para un total de 8 minutos, aplicando esta terapia durante 5 días es posible lograr excelentes resultados. 

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